Death Incarnated [ID]

Death es una persona normal, al contrario de lo que se pueda pensar a simple vista. No tiene deseos de matar, pero no siente remordimiento por hacerlo, ya que él lo ve como una desafortunada necesidad. A pesar de que no lo demuestra, tiene buen sentido del humor, siendo sarcástico y elocuente en la mayoría de sus palabras. Se le encuentra calmado y sin estrés la mayoría del tiempo, y no busca peleas donde no son necesarias, sin embargo no duda en empezar una – y terminarla – de ser necesario. A pesar de su actitud solitaria, de tener a alguien cercano puede llegar a involucrarse mucho en su vida, preocupándose por él o ellos como si fuesen hermanos. Sus ideales de un mejor mundo, al pasar de los años, se han vuelto mucho más realistas y maduros, viendo las cosas que mueven al mundo. La magia, el dinero, el poder. Se ha dado cuenta que no solo puede detener a los malos y así se hará un mejor mundo. Por ello, ha decidido centrarse en aumentar su poder, convirtiéndose en un poderoso mago.


Todo empezó hace 25 años… Una pareja normal, con una vida normal concibieron a un niño normal. Todo parecía normal, vivían en una casa normal, con comidas normales y todo era normal. La familia no era adinerada, pero tampoco pobres, y nunca se vieron en problemas de dinero. El hombre de la familia se ganaba la vida en un trabajo honesto, y su madre se encargaba de él y su hermano menor en casa, limpiaba, cocinaba, nada fuera de lo común. Él y su hermano siempre fueron muy unidos, y se guardaban las espaldas los unos a los otros. Entre los intereses del niño, había uno que no era tan normal, sin embargo, ya que, al ser pacifista, uno creería que sería algo extraño que tuviera una fascinación por… La muerte. Para él el concepto de terminar una vida antes de tiempo era algo que no comprendía. ¿Por qué querría alguien hacer tal cosa? Uno debía morir de manera natural, ya viejo y habiendo vivido, y sobre todo en paz. A los 7 años a pesar de su corta edad, comprendía completamente conceptos como la vida y la muerte, cosa impresionante.

Por esto mismo, se le vio un tanto obsesionado con cierta figura, aquella del cegador de almas, la muerte personificada, la parca… Llámala como quieras, pero esa imagen era su más grande interés. Leía libros, veía imágenes, investigaba todo lo que podía de aquel ser, ¿Por qué? Simple. Era la personificación de lo que él sentía era la única muerte merecida. Siempre que llegaba aquella figura a llevarse una vida, era porque su tiempo había pasado, era su hora de ir. Por lo mismo, él soñaba en un mundo donde la muerte visitara la casa de todos en su debido momento, y que nadie tuviese que terminar su vida antes de tiempo. Sin embargo… Un día entendería el verdadero significado de aquella figura.

No debía pasar, no había razón, pero pasó, la posible desgracia tocó a su puerta. John estaba dormido en su habitación, cuando un asesino serial decidió que aquella casa era su estilo. Él se distinguía de localizar exactamente aquel tipo de familias, familias completamente normales, por lo que ellos fueron elegidos. Hubo ruidos, golpes y un par de gritos, lo suficiente como para hacer al pobre de John despertarse de su sueño. Al bajar las escaleras, se encuentra con una escena que lo marcaría de por vida. Sus padres y su hermano estaban atados a unas sillas, la sala iluminada solamente con una vela. Parecía un acto satánico, como si le estuviera dando un tributo a un demonio, y se acercaba a su madre con un cuchillo, moviéndolo de un lado a otro, como si de un juguete se tratase. El niño no pudo soportarlo, fue a la cocina, agarró un cuchillo de cortar carnes, esos de los grandes, se dirigió al hombre y cometió lo impensable…

Desde ese día, manchado con la sangre de ese hombre, John ya no tendría una razón por la que creer en una muerte pacifica para todo el mundo. De haber mantenido aquella creencia, sus padres y muy seguramente él hubieran muerto tempranamente. De lo contrario, al arrebatarle la vida a aquel hombre, había salvado 3. En ese momento entendió el significado de la imagen lúgubre a la cual admiraba tanto, aquel que traía el orden. Entendió que la muerte no llega solo a las personas pacificas, sino a todo el mundo, y la única razón de que alguna persona muriera en cama, con su familia y sin arrepentimientos, era porque había visitado a otra, un criminal, un soldado, alguien que hubiera interferido. Su admiración por la muerte se volvió mucho más notoria.

Pasaron los años, y el niño se volvió más sabio con respecto al tema que tanto le fascinaba. Tenía retratos, libros de literatura, pinturas, historias y demás cosas, todas y cada una referente a una imagen, la del encapuchado segador de almas. Comprendió que la vida y la muerte no es algo blanco y negro, sino una gran escala de grises, y que a veces matar a alguien era lo correcto, y que de tratar de preservar cada vida llegaría a significar perderlas todas. Con el paso del tiempo, empezó a estudiar magia y aplicar todos sus conocimientos sobre ella. Había descubierto que era de ese 10% poseedor de aquella fuerza vital, lo cual intentaba dominar al máximo. A los 16 años, sin embargo, llegó el día que marcaría la diferencia. Con un par de reliquias dedicadas al señor de la muerte, unos libros de las librerías de magia y pinturas, intentó invocar al que trae la paz eterna en persona. Pero su resultado no sería satisfactorio. En vez de traer al encapuchado a este mundo, un aura empezó a manifestarse de las reliquias y el libro de hechizos, que empezaron a rodearlo, y tomando efectos demoniacos en él. Su piel se tornó gris, sus músculos se contrajeron, y su cara… Era irreconocible. Sabiendo la gravedad del error que había cometido, y que sus padres no lo reconocerían como su hijo, huyó de casa, dedicándose a estudiar la magia mucho más y dominar sus poderes.

Cada año Death vuelve a su casa, para procurar que su familia esté a salvo, cosa que hasta la fecha se mantiene cierto. Death no se siente culpable, ni lamenta lo que ha hecho, y ahora… Haría el cometido que su ídolo había hecho en la literatura. Traer paz, balance y justicia, cueste lo que cueste…