De guante blanco es el ladrón (Rango C)
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Lark Ripper | Mensajes : 18 Fecha de inscripción : 30/08/2016 | Lark Ripper está |
Clover, una bonita ciudad y donde tendría una misión junto a otra persona que ni siquiera conocía. Bueno, ambos teníamos una descripción física del otro bien detallada y un dibujo de este. Como siempre, me había costado mucho hablar con el cliente, pero lo logré, de algún modo. Es que ni imaginándome que el otro era una patata o una verdura lograba sacarme mi vergüenza, tuve que respirar repetidas veces para poder lograr formular las palabras, y aún así acabe logrando hablar con él. Las miradas de desconfianza de los clientes eran como miles de puñales que se me clavaban pero no podía hacer nada mas. Tendría que hacer mi mejor esfuerzo para no decepcionar a esos clientes. La misión en si, consistía en atrapar a un ladrón que no hacía nada mas que molestar a los comerciantes.
Iba vestido como siempre, con una camiseta blanca, unos guantes negros con los dedos destapados, unos pantalones negros y mi espada de filo carmesí en su vaina, yacía en mi espalda, en diagonal para que fuera mas fácil de sacar. Ahora la cuestión era, esperar y reunirme con mi compañera. La cuestión era que hacer en ese mismo instante, podría adelantarme a la otra y empezar a reunir información sobre el ladrón. Pero entre que me costaba relacionarme con otros, y los demás se alejaban un poco de mí por la desconfianza que les generaba, no pude evitar soltar un suspiro.
Ladeé mi cabeza de un lado a otro, hasta que no pude hacer nada mas. Me acerqué al primero que vi y abrí la boca para intentar hablar mientras mi rostro se volvía un poco rojo. No logré decir ni una palabra, antes de que el otro se fuera de allí. Solté un suspiro mientras me sentaba, apoyándome en una pared sacando la espada y apoyándola en el suelo. No sabía que hacer, no sabía como acercarme a los demás, hasta que observé a dos personas pelearse. Parecía una discusión estúpida por una maldita fruta, debatiendo si era mas bueno el plátano o el melón. Claro que se podría interpretar de varias maneras, como diciendo si eran mejores las chicas o los chicos.
Y de golpe, un gancho derecho por parte de uno de los chicos haciendo que el otro cayera al suelo y empezará a reunirse la gente, yo entre ellos. Estaba aburrido, y hasta la noche no solía actuar el ladrón, así que había tiempo de sobras. Eran las seis de la tarde quizás, y mientras aquellos dos seguían peleando, intercambiando puñetazos y alguna que otra patada. Los dos parecían fuertes, ojala pudiera recibir un golpe o pegarles para excitarme un poco, pero no podía hacer nada. Tenía que estar en plena forma para poder patear al ladrón, romperle una pierna y destrozarle los dedos, o eso desearía que me dejaran hacer, pero seguramente no me dejarían.
Y justo cuando uno ya tenía la cara bien bonita, llegó otro a unirse a la pelea, no dudo ni un segundo. Rompió una botella de vino en su cabeza, haciendo que eso empezara a ser mas bestia que antes. Sin embargo, otro de la multitud entró en el circuló también y destrozo una silla en la cabeza de otro. Al final dejaron de ir a puños y patadas, para sacar cualquier cosa que pudiera hacer daño, era divertido de ver eso. No iba a meterme en medio para detenerlos, pasaba de ellos, primero, no tenía porque y segundo, mi misión era capturar a un ladrón, no hacer de niñera y meterme en medio de estos. Tardo unos minutos en acabar la pelea, solo porque otra persona intervino y los dejo inconscientes a todos.
Al final, no sabía exactamente como era el ladrón, y aun faltaba un poco mas para que cayera la noche. Me estaba aburriendo y no sabía exactamente que hacer, así que mientras... saqué un libro de mi libreta y empecé a escribir en esta. Volví a sentarme apoyándome en la pared de un edificio cualquiera mientras pensaba que escribir. Lo primero que se me paso por la cabeza fue empezar a escribir sobre una pelea de cuervos. El cuervo jefe estaba peleado con otro cuervo que le había traicionado y le había robado su cojín de plumas negras y vendido a los cocodrilos. Los ratones se dieron cuenta y se lo informaron a los erizos quienes planeaban una rebelión contra el rey cuervo.
Pero entonces, los dangos, del país de dulcelandia, avisaron a las orugas y a los perros, animales que se comieron a todos los dangos. Fue una masacre, los chillidos llegaron hasta las nubes, las cuales se estaban matando entre si y creando formas extrañas. Después de esa minihistorieta, cerré el libro y lo guardé en uno de mis bolsillos. Desenvainé mi espada, ya era de noche entre todo lo que había escrito, ahora era cuando el ladrón tendría que actuar. Pero no habían signos de movimiento de alguien sospechoso. Aún así, debía de ir con cuidado, ya desenvainé mi espada de filo carmesí, la cual podía agrandar y empequeñecer a mi gusto, y no, no hablo de la que suele colgarnos a todos los hombres, me refería a la que usaba yo de arma, esas de acero, no las de carne.
Entonces vi a un chico entrando en una tienda con sigilo. Me acerqué a este, iba completamente vestido de negro y acompañado con unas cuerdas que hicieron que babease un poco al imaginarme lo que le podría hacer con ellas o lo que me podría hacer él. Ladeé mi cabeza de nuevo de un lado a otro, negando con esta. Estaba en una misión y debía de encargarme de ella para lograr capturar al contrario. Pero un momento... el ladrón entraba por la fuerza, no podía ser ese ¿verdad? Aun así, ya que estaba, intentaría atraparlo de alguna manera, me acerqué por detrás del contrario y cambiando mi espada de tamaño al de un cuchillo lo jale hacia mi con el cuchillo en su cuello. -Eres tu el ladrón de guante blanco que se encarga de molestar, ¿no?- El otro no parecía muy hablador así que acerqué mas el filo a su cuello hasta hacerle un poco de sangre pero sin pasarme.
Al final habló y dijo que era su complice, que eran dos y que el otro estaría en otro lugar robando ya, pero seguiría en la ciudad. Usé las cuerdas que tenía para atar bien fuerte sus manos y sus brazos a su torso, cuando salí del lugar y observé a una rubia pensé en mi compañera. -O-oye... ¡el otro ladrón está en la tienda de la esquina!- Le dije a la chica señalando al hombre que ya había atado. La otra seguro sabría como era pues a los dos nos dieron información sobre nuestro compañero. Ahora solo faltaba que la otra llegará a entender mi mensaje mientras me sonrojaba a lo bestia por culpa de como había chillado y miraba hacia otro lado, algo nervioso por culpa de eso, haciendo que empezase a rascarme el brazo. Pero al menos si todo iba bien, podría tener una buena recompensa y gastármela en libros o alcohol.
Iba vestido como siempre, con una camiseta blanca, unos guantes negros con los dedos destapados, unos pantalones negros y mi espada de filo carmesí en su vaina, yacía en mi espalda, en diagonal para que fuera mas fácil de sacar. Ahora la cuestión era, esperar y reunirme con mi compañera. La cuestión era que hacer en ese mismo instante, podría adelantarme a la otra y empezar a reunir información sobre el ladrón. Pero entre que me costaba relacionarme con otros, y los demás se alejaban un poco de mí por la desconfianza que les generaba, no pude evitar soltar un suspiro.
Ladeé mi cabeza de un lado a otro, hasta que no pude hacer nada mas. Me acerqué al primero que vi y abrí la boca para intentar hablar mientras mi rostro se volvía un poco rojo. No logré decir ni una palabra, antes de que el otro se fuera de allí. Solté un suspiro mientras me sentaba, apoyándome en una pared sacando la espada y apoyándola en el suelo. No sabía que hacer, no sabía como acercarme a los demás, hasta que observé a dos personas pelearse. Parecía una discusión estúpida por una maldita fruta, debatiendo si era mas bueno el plátano o el melón. Claro que se podría interpretar de varias maneras, como diciendo si eran mejores las chicas o los chicos.
Y de golpe, un gancho derecho por parte de uno de los chicos haciendo que el otro cayera al suelo y empezará a reunirse la gente, yo entre ellos. Estaba aburrido, y hasta la noche no solía actuar el ladrón, así que había tiempo de sobras. Eran las seis de la tarde quizás, y mientras aquellos dos seguían peleando, intercambiando puñetazos y alguna que otra patada. Los dos parecían fuertes, ojala pudiera recibir un golpe o pegarles para excitarme un poco, pero no podía hacer nada. Tenía que estar en plena forma para poder patear al ladrón, romperle una pierna y destrozarle los dedos, o eso desearía que me dejaran hacer, pero seguramente no me dejarían.
Y justo cuando uno ya tenía la cara bien bonita, llegó otro a unirse a la pelea, no dudo ni un segundo. Rompió una botella de vino en su cabeza, haciendo que eso empezara a ser mas bestia que antes. Sin embargo, otro de la multitud entró en el circuló también y destrozo una silla en la cabeza de otro. Al final dejaron de ir a puños y patadas, para sacar cualquier cosa que pudiera hacer daño, era divertido de ver eso. No iba a meterme en medio para detenerlos, pasaba de ellos, primero, no tenía porque y segundo, mi misión era capturar a un ladrón, no hacer de niñera y meterme en medio de estos. Tardo unos minutos en acabar la pelea, solo porque otra persona intervino y los dejo inconscientes a todos.
Al final, no sabía exactamente como era el ladrón, y aun faltaba un poco mas para que cayera la noche. Me estaba aburriendo y no sabía exactamente que hacer, así que mientras... saqué un libro de mi libreta y empecé a escribir en esta. Volví a sentarme apoyándome en la pared de un edificio cualquiera mientras pensaba que escribir. Lo primero que se me paso por la cabeza fue empezar a escribir sobre una pelea de cuervos. El cuervo jefe estaba peleado con otro cuervo que le había traicionado y le había robado su cojín de plumas negras y vendido a los cocodrilos. Los ratones se dieron cuenta y se lo informaron a los erizos quienes planeaban una rebelión contra el rey cuervo.
Pero entonces, los dangos, del país de dulcelandia, avisaron a las orugas y a los perros, animales que se comieron a todos los dangos. Fue una masacre, los chillidos llegaron hasta las nubes, las cuales se estaban matando entre si y creando formas extrañas. Después de esa minihistorieta, cerré el libro y lo guardé en uno de mis bolsillos. Desenvainé mi espada, ya era de noche entre todo lo que había escrito, ahora era cuando el ladrón tendría que actuar. Pero no habían signos de movimiento de alguien sospechoso. Aún así, debía de ir con cuidado, ya desenvainé mi espada de filo carmesí, la cual podía agrandar y empequeñecer a mi gusto, y no, no hablo de la que suele colgarnos a todos los hombres, me refería a la que usaba yo de arma, esas de acero, no las de carne.
Entonces vi a un chico entrando en una tienda con sigilo. Me acerqué a este, iba completamente vestido de negro y acompañado con unas cuerdas que hicieron que babease un poco al imaginarme lo que le podría hacer con ellas o lo que me podría hacer él. Ladeé mi cabeza de nuevo de un lado a otro, negando con esta. Estaba en una misión y debía de encargarme de ella para lograr capturar al contrario. Pero un momento... el ladrón entraba por la fuerza, no podía ser ese ¿verdad? Aun así, ya que estaba, intentaría atraparlo de alguna manera, me acerqué por detrás del contrario y cambiando mi espada de tamaño al de un cuchillo lo jale hacia mi con el cuchillo en su cuello. -Eres tu el ladrón de guante blanco que se encarga de molestar, ¿no?- El otro no parecía muy hablador así que acerqué mas el filo a su cuello hasta hacerle un poco de sangre pero sin pasarme.
Al final habló y dijo que era su complice, que eran dos y que el otro estaría en otro lugar robando ya, pero seguiría en la ciudad. Usé las cuerdas que tenía para atar bien fuerte sus manos y sus brazos a su torso, cuando salí del lugar y observé a una rubia pensé en mi compañera. -O-oye... ¡el otro ladrón está en la tienda de la esquina!- Le dije a la chica señalando al hombre que ya había atado. La otra seguro sabría como era pues a los dos nos dieron información sobre nuestro compañero. Ahora solo faltaba que la otra llegará a entender mi mensaje mientras me sonrojaba a lo bestia por culpa de como había chillado y miraba hacia otro lado, algo nervioso por culpa de eso, haciendo que empezase a rascarme el brazo. Pero al menos si todo iba bien, podría tener una buena recompensa y gastármela en libros o alcohol.
Yu Vermillion | Mensajes : 14 Fecha de inscripción : 30/08/2016 | Yu Vermillion está |
Me encontraba en las calles de la ciudad de Clover, buscando algún lugar en el que pudiera comer un buen bocado después de tan larga travesía y quizá luego buscaría un lugar en el que hospedarme temporalmente. Las calles de dicha ciudad eran bastante animadas, la zona comercial especialmente era una maravilla que se encontraba de una incontable cantidad de personas comprando y vendiendo productos distintos de diversos tamaños, colores y tipos. Yo, por mi parte, estaba mas concentrada en encontrar uno en el que vendieran comida.
Fue entonces, que me encontré con un puesto en el que vendían carne de cierto animal que desconocía pero eso no importaba ya que olía deliciosa y se veía demasiado exquisito como para dejarlo pasar. El hombre encargado del pequeño puesto de carne era un señor de barba gris, no era calvo pero podía notarse que iba para el camino de la calvicie a juzgar por la falta de pelo en su cráneo. -¡Buenos días, señorita! ¿Que se le ofrece?.- El tono del hombre era cálido y agradable, mientras tanto; yo solo me limite a observar aquella deliciosa carne que tenia en la mesa con un litro de saliva saliendo de mi boca. En cuanto me di cuenta de toda la baba que estaba expulsando, me limpie con mi brazo y con mucha firmeza pedí mi orden mientas señalaba esas delicias. -¡Quiero una brocheta de esa carne, señor!- El hombre sonrió amablemente y comenzó a prepara la brocheta, yo, mientras tanto, me encontraba buscando mi cartera en mis ropas pero lamentablemente no podía encontrarla. El hombre se dio cuenta de esto y su cara se transformo de amable a molestia en un instante efímero. -Si no tiene dinero, voy a tener que pedirle que se retire.- Sus palabras hicieron que cerrara mis puños del puro coraje pero tenía razón, sin dinero no hay comida. ¿Donde rayos habría dejado mi cartera, acaso me la habrán robado entre todo ese publico? Era una posible teoría pero conociéndome, probablemente la perdí, así de fácil.
Seguí caminando por la calle, con mi estomago rugiendo como loco. Mis manos se encontraban en mi vientre, me dolía demasiado el estomago como para pensar en una forma de ganar dinero tan rápido sin una manera de utilizar mis puños. Fue entonces que escuche una conversación ajena de un mago de un Gremio con su contratista. Estos dos estaban hablando acerca de una misión sobre atrapar a un ladrón de guante blanco, esto hizo que se me ocurriera la gran idea de hacerme pasar por aquel mago para poder cobrar por la misión y usar el dinero para comer. ¿Atrapar a un simple ladrón en la noche? Tarea fácil.
Cuando la reunión entre estos dos hombres acabo, comencé a seguir al mago en cuestión pero este no tardo mucho en darse cuenta de que lo seguían así que comenzó a correr. Yo comencé a correr también para alcanzarlo; hasta que finalmente lo acorrale en un callejón sin salida. El mago era un hombre de cabellera larga y rubia igual que la mía, tenía un saco negro y una mascara bastante peculiar. -¿¡Por que me sigues?! ¿Quien te envía?.- Yo me limite a sonreír. -Solo pienso dejarte inconsciente un ratito, tu solo ponte flojito y coopera.- Enseguida, el hombre se coloco en pocisión de combate y junto sus manos para lanzarme un hechizo. -¡Ice Make: Bullets!- De repente, una ráfaga de balas congeladas se dirigieron a mi, yo sonreí y choque mis puños. -¡Eternal Flame!.- Enseguida, mi cuerpo se cubrió en llamas, llamas que derritieron los proyectiles de aquel sujeto en cuanto se acercaron a mi. -¡Devil Wings!- Enseguida, expulse fuego de mis pies para acercarme al sujeto rápidamente para lanzarle un golpe en la cara; causando que lo dejara noqueado. Una vez que había sido derrotado, apague mis llamas. -Magos de hielo, que molestia.- Al decir esto, me retire del callejón para ir a buscar al ladrón.
Una vez que llegue al punto de reunión, mi compañero ya tenía amarrado a un ladrón. Este me grito para darme indicaciones. -Oh genial.- Enseguida fui corriendo a la tienda de al lado para irrumpir en el lugar. Una vez dentro, pude observar al ladrón tratando de escapar por la puerta trasero. -¡Oh no, no te vas a ir!.- Enseguida lo seguí hasta afuera, aquel ladrón era agil y ya había llegado a los tejados. -¡Devil Wings!.- Enseguida utilice el fuego en mis pies para impulsarme hacía arriba; una vez en el tejado continué con la persecución de mi objetivo hasta que finalmente logre taclearlo, tirándolo al suelo. Una vez que lo tenía a mi merced, le di un puñetazo en el rostro que lo dejo completamente inconsciente.
Finalmente, cargue al sujeto hasta el punto de reunión anterior y deje su cuerpo al lado del otro ladrón. -Bueno, eso fue bastante fácil.- Mi compañero era silencioso, no decía ninguna palabra y parecía estar un poco nervioso respecto a toda esta situación. -Bueno, yo me llevare a este para ir a cobrar esos preciosos Jewels, hasta la próxima.- Al decir esto, me retire del lugar para cobrar mi bien merecido dinero, tuve suerte de que nada en la tienda terminara destruido como casi todo el tiempo así que podía considerarse un buen día. En cuanto me dieran la suma de Jewels, iba a comprar un buen banquete en algún restaurant de cinco estrellas para saciar el hambre que me estaba invadiendo, entre mas tiempo pasaba mas me rugía el maldito estomago aunque claro, primero debía regresar al callejón en donde deje aquel mago de hielo para amenazarlo y así no perder los Jewels.
Al llegar al callejón, el sujeto aún seguía inconsciente así que decidí no preocuparme con que se levantara para denunciarme o algo así, enseguida me puse su ropa y la mascara para que el contratista no sospechara; por suerte el cabello de aquel mago de hielo y el mío eran bastante similares. Cuando llegue con el contratista, este sospecho un poco pero al final no hubo objeciones y el dinero me fue entregado. Cuando el sujeto se fue, me quite las prendas incomodas de aquel mago de hielo y continúe con mi camino por Clover en busca de un lugar en el que pudiera comer. Ya era de noche y debía apresurarme antes de que cerraran todos los lugares buenos pero al menos ya tenía los Jewels suficientes como para pagar cualquier platillo de por aquí.
Fue entonces, que me encontré con un puesto en el que vendían carne de cierto animal que desconocía pero eso no importaba ya que olía deliciosa y se veía demasiado exquisito como para dejarlo pasar. El hombre encargado del pequeño puesto de carne era un señor de barba gris, no era calvo pero podía notarse que iba para el camino de la calvicie a juzgar por la falta de pelo en su cráneo. -¡Buenos días, señorita! ¿Que se le ofrece?.- El tono del hombre era cálido y agradable, mientras tanto; yo solo me limite a observar aquella deliciosa carne que tenia en la mesa con un litro de saliva saliendo de mi boca. En cuanto me di cuenta de toda la baba que estaba expulsando, me limpie con mi brazo y con mucha firmeza pedí mi orden mientas señalaba esas delicias. -¡Quiero una brocheta de esa carne, señor!- El hombre sonrió amablemente y comenzó a prepara la brocheta, yo, mientras tanto, me encontraba buscando mi cartera en mis ropas pero lamentablemente no podía encontrarla. El hombre se dio cuenta de esto y su cara se transformo de amable a molestia en un instante efímero. -Si no tiene dinero, voy a tener que pedirle que se retire.- Sus palabras hicieron que cerrara mis puños del puro coraje pero tenía razón, sin dinero no hay comida. ¿Donde rayos habría dejado mi cartera, acaso me la habrán robado entre todo ese publico? Era una posible teoría pero conociéndome, probablemente la perdí, así de fácil.
Seguí caminando por la calle, con mi estomago rugiendo como loco. Mis manos se encontraban en mi vientre, me dolía demasiado el estomago como para pensar en una forma de ganar dinero tan rápido sin una manera de utilizar mis puños. Fue entonces que escuche una conversación ajena de un mago de un Gremio con su contratista. Estos dos estaban hablando acerca de una misión sobre atrapar a un ladrón de guante blanco, esto hizo que se me ocurriera la gran idea de hacerme pasar por aquel mago para poder cobrar por la misión y usar el dinero para comer. ¿Atrapar a un simple ladrón en la noche? Tarea fácil.
Cuando la reunión entre estos dos hombres acabo, comencé a seguir al mago en cuestión pero este no tardo mucho en darse cuenta de que lo seguían así que comenzó a correr. Yo comencé a correr también para alcanzarlo; hasta que finalmente lo acorrale en un callejón sin salida. El mago era un hombre de cabellera larga y rubia igual que la mía, tenía un saco negro y una mascara bastante peculiar. -¿¡Por que me sigues?! ¿Quien te envía?.- Yo me limite a sonreír. -Solo pienso dejarte inconsciente un ratito, tu solo ponte flojito y coopera.- Enseguida, el hombre se coloco en pocisión de combate y junto sus manos para lanzarme un hechizo. -¡Ice Make: Bullets!- De repente, una ráfaga de balas congeladas se dirigieron a mi, yo sonreí y choque mis puños. -¡Eternal Flame!.- Enseguida, mi cuerpo se cubrió en llamas, llamas que derritieron los proyectiles de aquel sujeto en cuanto se acercaron a mi. -¡Devil Wings!- Enseguida, expulse fuego de mis pies para acercarme al sujeto rápidamente para lanzarle un golpe en la cara; causando que lo dejara noqueado. Una vez que había sido derrotado, apague mis llamas. -Magos de hielo, que molestia.- Al decir esto, me retire del callejón para ir a buscar al ladrón.
Una vez que llegue al punto de reunión, mi compañero ya tenía amarrado a un ladrón. Este me grito para darme indicaciones. -Oh genial.- Enseguida fui corriendo a la tienda de al lado para irrumpir en el lugar. Una vez dentro, pude observar al ladrón tratando de escapar por la puerta trasero. -¡Oh no, no te vas a ir!.- Enseguida lo seguí hasta afuera, aquel ladrón era agil y ya había llegado a los tejados. -¡Devil Wings!.- Enseguida utilice el fuego en mis pies para impulsarme hacía arriba; una vez en el tejado continué con la persecución de mi objetivo hasta que finalmente logre taclearlo, tirándolo al suelo. Una vez que lo tenía a mi merced, le di un puñetazo en el rostro que lo dejo completamente inconsciente.
Finalmente, cargue al sujeto hasta el punto de reunión anterior y deje su cuerpo al lado del otro ladrón. -Bueno, eso fue bastante fácil.- Mi compañero era silencioso, no decía ninguna palabra y parecía estar un poco nervioso respecto a toda esta situación. -Bueno, yo me llevare a este para ir a cobrar esos preciosos Jewels, hasta la próxima.- Al decir esto, me retire del lugar para cobrar mi bien merecido dinero, tuve suerte de que nada en la tienda terminara destruido como casi todo el tiempo así que podía considerarse un buen día. En cuanto me dieran la suma de Jewels, iba a comprar un buen banquete en algún restaurant de cinco estrellas para saciar el hambre que me estaba invadiendo, entre mas tiempo pasaba mas me rugía el maldito estomago aunque claro, primero debía regresar al callejón en donde deje aquel mago de hielo para amenazarlo y así no perder los Jewels.
Al llegar al callejón, el sujeto aún seguía inconsciente así que decidí no preocuparme con que se levantara para denunciarme o algo así, enseguida me puse su ropa y la mascara para que el contratista no sospechara; por suerte el cabello de aquel mago de hielo y el mío eran bastante similares. Cuando llegue con el contratista, este sospecho un poco pero al final no hubo objeciones y el dinero me fue entregado. Cuando el sujeto se fue, me quite las prendas incomodas de aquel mago de hielo y continúe con mi camino por Clover en busca de un lugar en el que pudiera comer. Ya era de noche y debía apresurarme antes de que cerraran todos los lugares buenos pero al menos ya tenía los Jewels suficientes como para pagar cualquier platillo de por aquí.
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