"Eye of the Panther" - { ID }
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REALEZA (PRÍNCIPE) INDEPENDIENTE REY ESPADA HOMBRE 26 AÑOS HETEROSEXUAL EL REINO DE WAKANDA GRIMMJOW DE BLEACH PSICOLOGÍA Es un individuo único como tal, es lo que muchos psicólogos les gusta denominar como "prodigio entre los prodigios". Amante del hedonismo más puro de Epicuro aunque es un fiel seguidor de Mark Proeter y del español denominado como "guerrero de la discordia”. Es un creador de su propia moralidad opinando que el ser humano no es un individuo que se deba establecer sino todo lo contrario debería ser un trotamundos y un buscador de la felicidad. Posee una memoria extraordinaria denominada "memoria eidética”, "memoria sensorial" o fotográfica que se deriva en todas las ramas de la inteligencia que posee el ser humano como individuo. Es un fiel creyente de las ciencias abandonando la creencia utópica de un mundo ideal, opina que la psicología es un pequeño juego de niños que intenta identificar cual es el cerebro y por que funciona así...algo aparentemente impredecible ante las matemáticas reales y compuestas, por lo que carece de sentido para él como ciencia pura o de la salud. Posee una inteligencia mental superior a la media de genios según los estudios realizados sobre él. Ahora pasemos a palabras mayores, es una persona creyente de sí mismo pero amigo de aquellos que creen en los dioses (con la tenue esperanza de equivocarse respecto a su posición), posee como no dones deductivos, como base de su inteligencia es el instrumento imprescindible de su vida. Versado en ciertos instrumentos musicales, como la lira o el piano, no hay palabras adecuadas para reconocer su arte. Como se ha descrito sutilmente, es un psicópata: cada apto lleva como fin su propia conveniencia, no hay mayor avenir que las nuevas pretensiones de poder, la destrucción y su brutalidad no son más que una parte de sí mismo, una extensión de su naturaleza hacia los demás. Guarda todo lo que sabe y piensa, es salvaje, orgulloso, y tiene un sentido del humor bastante macabro, a pesar de eso siente y muere igual que el resto... solo que lo sabe ocultar bien. HISTORIA El olor putrefacto de una palabra surcó el aire, sintió como cada una de ellas en su tortura se hiciera cada vez más insoportable, poco a poco, segundo a segundo se iba grabando como fuego en una polvorienta y maltratada medalla al valor. Todo aquello incluido la verdad era peor que una muerte honorable.La mirada ausente del hombre vagó sin rumbo alrededor de aquel cubículo al que le habían destinado, una y otra vez repasó el diseño. Solo una fugaz mirada otorgaba una clara idea sobre el estado de aquel lugar, incapaz de denominarlo habitación. El mal estado que destilaban las paredes, antiguamente blancuzcas, reflejaban cual cristal la violencia de la que habían sido partícipes y testigos, con rastros de sangre surcando los filamentos rocosos con un ardor de furia acompasados en el aire; desdeñoso una pequeña luz artificial servía como falso retrato de aquel sol tan añorado. Tan solo una cama adornaba el lúgubre destino de la habitación y como única “protección” contra tantos extraños que paseaban haciendo guardia frente a su prisión, barrotes rústicos agrietados de una segura proporción al número de prisioneros a los que habían encerrado en su interior. Se mantuvo quieto acostado en la aquella cama que le servía como un salvoconducto hacia un lugar algo menos horrible, algo menos lúgubre. Apoyó su mano sin gracilidad alguna sobre el suelo, notando el escalofriante frío que lo trasmitía, lo que además de ser incómodo le recordaba de genial forma la humedad que se calaba y hacía doler sus huesos de manera furiosa. Sus ojos pasaron con aburrimiento el pasillo que tenía en frente suya, adornada con lamparillas de estilo clásico, muy baratas seguro, por supuesto nadie se gastaría ni una moneda aquí, y menos con ellos. Pronto vinieron a recogerle, débil y desatendido no tuvo más remedio que ceder ante las intenciones de sus carceleros, el sonido metálico de un candado surcó y rellenó el silencio ilusorio creado con una clara intención de amargar sus pensamientos, removerle en una continua rutina casi infinita en la que de seguro moriría antes de lo que pensaba. Se apoyó temiendo caerse en los hombros de aquel infame joven que le había visto casi morir una y otra vez, viendo como se debilitaba y como un enemigo cercano, le había vomitado en la cara para hacerle despertar. Tosió molesto, haciendo caso omiso al hedor del que ya formaba parte. Notó bajo sus pies el suelo irregular, tan similares a las paredes de aquella sala… si es que se le podía llamar así. Arrastró los pies, uno detrás de otro, con paso rezagado intentando amortiguar el caminar ávido del carcelero. Llegó a aquel lugar que recordaba y que atesoraba en el momento de su llegada, más cárceles, más barrotes… la misma roca desgastada y un silencio amortiguado que perforaba su mente era repetido en cada uno de esos pasillos que consiguió atisbar. Los presos asomaron su rostro entre los barrotes con la tenue esperanza de que su fín se acercase, mas aquel no era su momento… aún así, nunca podría olvidar con detalle sus rostros, los fragmentos ennegrecidos de sus máscaras, ojos rasgados por la oscuridad, acostumbrados a no ver el sol, su talla esquelética se había convertido en un símbolo de lo que eran ahora. La esclavitud, el maltrato se podía definir con completa claridad en cada rostro, acompañados por un cuerpo que no hacía más que pedir a gritos que parase aquella locura; pero…la locura se había vuelto demasiado ambigua, nadie seguía la cordura a raja tabla, nadie… empezaba a tener dudas de mi propia cordura. Ascendieron por unos escalones, alcanzando el fin de aquel lúgubre escenario para entrar a otro más agradable a la vista. Otro pasillo se extendió ante sus ojos, enfrentándose a las antorchas torpes que colgaban desde las paredes. Una ventana adornaba aquel pasillo, única, no se desvelaba de ella ninguna luz, sólo una larga noche... y la luna, enorme, parecía entonar una sonrisa cruel, un recordatorio de que ahí, el día no se hace. Haciendo esfuerzo, miró a través de ella, maravillándose ante aquella danza de colores que se extendía más allá de lo que era capaz de soportar. No distinguía ningún color, no distinguía figuras, que pena era eso. Fue solo entonces cuando se fijó en el propio cristal, reconociendo sus propias facciones en él. Un pelo cubierto de suciedad y una eterna grasa caía como mechones por mi rostro, dando un aspecto negruzco antinatural al normal. Poseía unos pómulos desarrollados, decorando unos ojos color rojizo inclinándose con muchísima sutileza al castaño. Nadie se solía fijar nunca en este último detalle, solo aquellos que son lo suficientemente observadores o meramente inteligentes. A pesar de ello, al igual que al resto de cautivos, el maltrato, mi excesiva delgadez y la suciedad me dejaban irreconocible; no era más que otra víctima, dejé de ser yo y no fui más que otro esclavo. Pero mirando más allá de lo concebible, esperó y aguantó el último segundo para distinguir algo más allá del pasillo, una vía de escape, una salida a su esclavitud; pero tan pronto como se imaginó escapando, le obligaron a doblar la esquina para continuar su desafortunado destino, marcado por los pasos de un más que apremiante escolta y guía. Se permitió el lujo de observar la estructura recargada del edificio en el que estaba, de aspecto simple y de colores suaves el interior se quedó allí grabado como un mensaje de tranquilidad. No reconocía el edificio y menos desde dentro. Había multitud puertas de aspecto simple y madera clara, extendiéndose a sus lados. Una pequeña parte de su mente aún cuerda sintió extraña curiosidad por conocer que había más allá de ellas… pero llegaron al final de aquel pasillo alcanzando una puerta metálica. Con movimientos rudos accionaron un mecanismo de la puerta, no entendía la necesidad de su visita, no entendía por qué le habían llevado allí. La puerta se abrió y un soplo de aire viciado atravesó el alma haciéndole retorcer de dolor, de agonía. Apestaba a muerte en su interior, y más aún se asustó cuando se encontró ante aquel escenario lúgubre. Observó la silla de hierro puro de aspecto desgastado mostrando una sala aún más tenebrosa, acabada en blanco. El dato más impresionante que resaltó a sus ojos fue una bandeja de plata, asustándole al ver lo que reposaba sobre ella; agujas, decenas de ellas y de distintos tamaños, y como broche final un maravilloso bisturí de plata empañado por el tizno rojo carmín característico de la sangre. - Buenas tardes. Siéntese, por favor. - Fueron las primeras palabras decentes pronunciadas aquella desdichada tarde de Otoño. | |
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Última edición por Grimmjow el Jue Sep 08, 2016 2:00 pm, editado 1 vez
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